martes, 3 de noviembre de 2015

Ahora...


¡Buenos días!


Abro hoy este blog con mucha ilusión por poder compartirlo con todo el que quiera hacerlo, consciente, como pienso que sólo lo somos las personas de nuestra generación, del privilegio que supone la posibilidad de llegar a todo el mundo, de tener al alcance de la mano toda la información y servicios que las nuevas tecnologías nos proporcionan ahora.

Será un verdadero placer hacerles partícipes abierta y honestamente de mis experiencias, pensamientos e ideas desde la más sincera humildad, y me sentiría muy honrada si desde el otro lado comparten las suyas conmigo estimulando la conversación y el debate.

Creo que hablo en nombre de esta generación y de las anteriores, soy una mujer de 52 años, cuando afirmo estar encantada con el giro que han dado las comunicaciones estas últimas décadas. La accesibilidad e inmediatez de la información me entusiasma y hace que me sienta afortunada.

Han pasado algo menos de cincuenta años desde que algunos vecinos venían a casa de mi padre para ver ese partido de fútbol en blanco y negro que ahora vemos en alta definición desde cualquier dispositivo; desde que marcábamos el número de la centralita telefónica para que pasaran nuestra llamada y poder hablar con otra provincia; de las idas y venidas a Correos para certificar las cartas asegurándonos que llegarían a su destino.

Cuando medito, ...no voy a negar que con cierta nostalgia, sobre estos cambios, siempre acabo preguntándome lo mismo... ¿qué hemos hecho, qué hacemos con el tiempo que ahorramos?, y mi conclusión es que lo hemos perdido..., lo perdemos.                                                                                       Ya sé... el mundo va más rápido, los roles sociales han cambiado, nos hemos vuelto impacientes, muy impacientes, hemos de ser populares, competitivos, ¡sobre todo competitivos!, porque el mundo es una selva... ¿verdad?

¿Cómo es posible que algo que a priori es muy positivo resulte tan negativo?

Porque... ¿merece la pena condenar una deliciosa comida en la mejor compañía estando pendientes de facebook o whatsapp?; o, ¿desperdiciar el placer de disfrutar de las vistas de Barcelona desde el Tibidabo por obsesionarse con las poses para colgarlas después?; o, algo mucho más cotidiano..., sentados con nuestros hijos en el salón de casa charlando tranquilamente, en uno de esos momentos que nos regala la vida, ¿tener que "compartirlo" con alguien al otro lado de whatsapp?.

¿Nos hemos vuelto tontos o qué?, ¿el ser humano es tan superficial, simple y absurdo?, ...no, no, no y no, estamos "dormidos".

Por eso busco una reacción, o al menos... solo una pausa que nos devuelva a la realidad. ¿Quién necesita tener el control de todo y de todos constantemente?. ¿No es de locos vivir sin poder levantar la vista de un móvil?. ¿Qué dejamos al azar...?, ¿cuándo vivimos?                           
Permítanme que les coja de los hombros, uno a uno, y les "sacuda", con cariño, diciendo a la vez, ¡despierta!, por favor..., ¡te lo estás perdiendo!