martes, 20 de septiembre de 2016

Las cosas sólo son eso



¡ Buenos días!



Hago un punto y seguido en el párrafo de mi última entrada en el que menciono que mi hija se independiza. Durante estas semanas que estoy ayudándola a instalarse he traído únicamente lo básico para el día a día, no echo nada de menos, y me pregunto... ¿hay a mi alrededor demasiadas cosas innecesarias?

Estamos en un momento estupendo, por el cambio de temporada, para tomar decisiones prácticas sobre qué conservar y qué no. Yo, que cada año me hago el firme propósito de deshacerme de un montón de cosas que no uso, ¡pero desde hace años!, y que al final vencida por la nostalgia vuelvo a guardar en la parte más alta e inaccesible, he decidido que esta vez no.

No, porque es absurdo seguir moviendo toda esa ropa temporada tras temporada; no, porque estoy cansada de quitar el polvo a más objetos de los que necesito; y sobre todo no, porque está aflorando en mí un espíritu minimalista que deshecha todo lo innecesario para conseguir mi comodidad.

Voy a organizar y voy a hacerlo bien siguiendo precisamente este mismo criterio, ¿qué me hace sentir bien y qué me supone un lastre? Conservaré lo primero y me desharé de todo lo demás, a través de Cáritas o Wallapop.

¿Cuántas camisetas tengo?, ¿cuántas utilizo?, ¿cuál de ellas reemplazaría si mañana desapareciese? Ahora sustituyamos "camiseta" por vaqueros, jersey, vestido, y por supuesto ¡zapatos!

Es curioso porque... con las botas de invierno tengo una "norma" que no aplico a todo lo demás, sólo compro unas nuevas cuando debo sustituir otras que ya están viejas. Creo que lo hago inconscientemente porque además de ser caras, ocupan mucho espacio, e intento solucionar mis necesidades de estilo y color con no más de cuatro pares. 

Pero esta actuación inconsciente me ha hecho comprender la necesidad de establecer una nueva norma de organización..., cuando entre en casa algo nuevo debe salir algo similar, y si no reemplaza a nada quizá haya que plantearse hasta qué punto esa nueva adquisición es necesaria. Porque es cierto que asigno un lugar a cada cosa, y sé perfectamente dónde está cada una de ellas, el problema aparece cuando el "cada cosa" se convierte en varias cosas, o en muchas cosas, apiladas, amontonadas, mezcladas...

Tal vez esta toma de consciencia de acumulación absurda e innecesaria, no sea tan banal como parece; tal vez sea parte de un análisis más profundo de un todo. ¿El tener más cosas de las suficientes nos aporta felicidad?, ¿de veras...?

Incorporo el minimalismo a mi filosofía de vida, segura de lograr con ello más libertad. Cubiertas las necesidades básicas, estoy convencida de que la felicidad tiene mucho que ver con lo suficiente, y bien poco con la cantidad de objetos que poseamos.

Libera tu espacio, libera tu mente... no eres lo que tienes.         ; )