martes, 12 de enero de 2016

El tintinar de las llaves


¡ Buenos días !

¿Qué ha sido de lo nuestro?, ¿qué nos ha pasado...? Si nunca se han hecho este tipo de preguntas, pueden considerarse muy afortunados. Aunque si soy sincera, no creo que la suerte tenga mucho que ver. Bajo mi punto de vista, esto va más de ilusión y entusiasmo, ...y de no perderlo, ¿no creen?

Siempre cuento como anécdota un hecho que me recordaba y me aseguraba que esa ilusión estaba intacta en mí, después de años de convivencia con el que yo pensaba entonces que era el amor de mi vida. Era ese momento en el que las mariposas revoloteaban en mi estómago cuando escuchaba el tintinar de sus llaves en la cerradura al abrir la puerta de nuestra casa.

Ahora lo recuerdo con cariño a pesar de todo..., porque era una sensación hermosa, de plena felicidad, aunque solo la disfrutase yo sin saberlo.

La ilusión que conduce al amor verdadero que surge entre dos personas, se mantiene viva entre ellas. No es un sentimiento forzado, ni se trata de una obligación con el paso del tiempo, o de una responsabilidad. Y, lo más importante, no perdura si no es recíproco. Se marchita..., desaparece, la llama se apaga si no la forman los dos.

¿Pero... cómo puede acabar, algo tan fuerte y tan hermoso? Creo que en muchos casos y en parte, las personas olvidan qué les ilusionó, qué les enamoró, qué les apasionó. Se acomodan en la seguridad de la rutina, se relajan porque cometen el error de pensar, o incluso de no hacerlo, que el "trofeo" seguirá ahí siempre una vez conseguido. Se deja de admirar a esa persona; cada día se valora un poquito menos, incluso inconscientemente; y lo que eran virtudes empiezan a transformarse en defectos lentamente.

Hay voces de alarma, siiii..., y son conscientes de que las cosas no son como antes, pero se conforman... los dos, o al menos uno de ellos. Y si el interés por recuperar lo que tuvieron, ¡esa ilusión!, ¡ese entusiasmo!, no es mutuo, desaparece por completo.

Estoy convencida de que la persona que es para ti no te la "quita" nada ni nadie. Entonces... ese amor, ¿no era verdadero amor?

Yo he acuñado mi propia filosofía con el paso de los años... Siempre gana quien más ama, ¡siempre!, y lo hago extensivo a cualquier tipo de relación.

Por eso sigo amando.   ; )