¡ Buenos días !
Qué empeño hay, en general, en infravalorar lo viejo frente a lo nuevo, en apuntarse a las modas
en ámbitos permanentes; y lo que es más grave, en perder la esencia..., la
personalidad.
Siempre que miro una casa antigua me inspira ternura. Me
encanta imaginar su historia a través de sus espacios y sus muros, y
descubrirla poco a poco.
Una casa del siglo XVIII
o XIX que se desmorona, una ruina
imposible de transformar, casi siempre
merece la pena, porque está llena de
posibilidades.
Su, normalmente, discreta fachada casi nunca permite adivinar la grandeza que esconde..., estancias
de techos altos con vigas de madera, una práctica distribución, sus baldosas
hidráulicas, unas grandes portadas...
Propongo "escuchar"
a estas casas, adaptando lo que pidan a los gustos personales.
Proyectar así un hogar se convierte en una especie de
laboratorio donde probar todo tipo de cosas diferentes. Un experimento continuo
en el que siempre se aprende. Un work in
progress que nunca acaba porque tiene vida propia. Es..., transformar tradición en futuro.
Cada casa es tan especial como lo son su situación y las
personas que la viven. Por eso cada una merece un trato de calidad e igual de especial.
Las modas influyen, por supuesto; cualquier
nueva aportación que integre es genial, pero ha de perdurar, lo que hoy
funciona ha de funcionar en cincuenta, en cien años.
Un hogar, tu hogar... ha de hacerte sentir bien en
cualquiera y cada uno de sus rincones a lo largo del tiempo. Ha de estar hecho
a tu medida, a tu gusto. No debe "apretarte ni quedarte grande"; ni
hacerte sentir frío o calor.
Ha de
"arroparte" confortablemente...,
porque en su cobijo... transcurren probablemente los mejores momentos de
la vida. ; )