martes, 25 de octubre de 2016

¿ Nacional ?




¡ Buenos días !





Es muy pretencioso adjudicarnos como pecado nacional un mal tan generalizado. Ojalá fuese una patología sólo nuestra.


La envidia, "ese sentimiento que nace en el instante en que se adquiere la conciencia de ser un fracasado", creo que fue Orson Welles quién la definió a mi parecer de forma tan acertada.



Cuando era niña, y no tan niña, obtenía a menudo de mi padre esa respuesta como explicación a muchos comportamientos que no entendía..., "es envidia Ana, ¡envidia!" Por suerte para mí, tardé en comprender el mecanismo de tan enrevesado sentimiento, pero cuando por fin lo hice, lo asocié de inmediato a un sentimiento de fracaso..., de infravaloración de uno mismo..., la brutal reacción a un complejo de inferioridad.


¿Cómo si no puede alguien permitir que arraigue ese veneno de ingredientes tan nocivos?, ¿cómo  convivir con sus devastadores efectos? Qué desperdicio de energía, qué desperdicio de tiempo, qué desperdicio de vida...



Lo realmente macabro es que se proyecta sobre un inocente que por lo general es totalmente ajeno a ello, porque es víctima de la envidia quién sin buscar provocarla la padece.



Y pena... es el sentimiento que me inunda ahora, ante quienes se han impuesto semejante castigo.