martes, 16 de enero de 2018

Cómplices




Buenos días,











Hoy, yo también me uno a todas las personas que han denunciado y denuncian desigualdad, acoso o abusos, hombres, que también los hay, y mujeres en su mayoría, que por si no han tenido bastante con haberlo sufrido y sentido, tienen que lidiar además a diario con cómplices de esos culpables.



Es lo que me faltaba por ver, y no sé por qué no me extraña..., que sean precisamente mujeres las que brinden su complicidad a semejantes cerdos.



Hay muchos tipos de cerdos machistas, muchos..., más de los que me gustaría reconocer, y todos, absolutamente todos pecan de lo mismo, de la falta de respeto. Son patéticos, siii..., y te pueden destrozar. 



Unas les hemos ido esquivando con maña y suerte a lo largo de la vida, acumulando impotencia, perdiendo algún trabajo, y aún nos sentimos afortunadas..., ¿pero y ellas?, las que no han podido, las que no han tenido tanta suerte. No quiero imaginar lo que han pasado..., ¡puedo!, pero no quiero... es tremendo.



Una tarde de otoño, volviendo por la calle Ponzano de Madrid, de dar clase a un niño cuando estudiaba la carrera, un grupo de chicos algo mayores que yo, me gritaban desde un coche obscenidades mientras se acercaban lentamente. No había ni un alma..., entonces no era una calle tan concurrida como lo es ahora, me  intimidaron con sus voces hasta que estuvieron casi a mi altura; yo seguía caminando a toda prisa sin prestarles atención convenciéndome de que eran sólo unos fanfarrones y que pasarían de largo como había ocurrido otras veces.... Pero esta vez el coche paró, y escuché abrir una puerta y luego otra más, y ya no recuerdo nada, salvo que corrí y corrí con todas mis fuerzas hacia Rios Rosas mientras imaginaba lo que quería evitar. Crucé con los semáforos en rojo, me pitaron, frenaron, me insultaron, pero ya estaba a salvo... había llegado.



Muchas veces he sentido ese menosprecio y otras tantas lo he superado, unas ganando y casi siempre perdiendo. Pero lo que se me ha hecho terriblemente insoportable es que "la zancadilla" me la ponga otra mujer.



La gente notará los cambios en nuestra actitud hacia ellos, pero nunca sabrán que fue su comportamiento el que nos hizo cambiar.              ; )




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